¿MALA VIDA O BUENA MUERTE?
"En pleno uso de mis facultades mentales..." , señala con calma y voz entrecortada en la pantalla Samuel Fuentes, chileno, 63, postrado en una cama, sosteniendo un documento en la mano izquierda "pido que me dejen morir". Lo dice con la certeza del que no sólo razona, sino también siente que ya no hay sentido para un cuerpo que se niega a darle buena vida. Pesa 29 kilos, está afectado por un cáncer gástrico que confiesa, le provoca dolores diarios insoportables, a pesar de los medicamentos admInistrados por los médicos. Se declara católico apostólico practicante y ecuménico e invoca de modo recurrente que "Dios es misericordioso y comprende que uno no busca acabar con la vida, sino con el dolor...Por eso pido que me dejen bien morir, pido la muerte como una forma de hallar la paz", concluye. Mientras el debate se reactiva en Chile, Amenábar nos regaló su Mar Adentro, y don Samuel padece con resignación cristiana su dolor, yo busco con qué palabras responderle a Felipe, mi hijo de 9, por qué "ese señor de la tele se quiere morir...".