
Negué mil veces, haber sembrado.
En mis bolsillos no había más que sueños hurtados a la noche,
y sin embargo, me obligaron a vaciarlos.
Querían el trigo.
Querían oír mentiras para continuar en su orgía de preguntas
indolentes interrogando la inocencia.
Querían el trigo.
Les ofrecí a cambio, entonar su himno con ritmo de marcha
Rasurar mi barba, visitar mausoleos de héroes desconocidos.
Querían el trigo.
Quemaron mis yemas, rompieron mis lentes,
Me dieron a beber un sorbo breve de dulce cicuta.
(querían el trigo).
Negué haber visitado siquiera, esos campos.
Y en un descuido me lancé por la ventana
De aquel décimo piso a volar por el trigal.
Héctor