
Soy hijo de las becas. Hice mis estudios universitarios gracias a los aportes de la Junta de Auxilio Escolar, el colegio San Felipe Benicio de Coyhaique y la Beca Presidente de la República. De otro modo me habría sido más difícil conseguirlo. Al menos eso demuestran los estudios sobre origen económico, tipo de educación y la posibilidad de ir a la universidad en Chile. Sólo el 2% de los estudiantes de colegios públicos acceden a ella. O sea, mi primera beca fue estudiar en colegios privados religiosos, sin pagar. Cierto es que se debe mantener promedios y rendir, el mérito se demuestra de ese modo. Mi primer postgrado lo pagué yo mismo. El segundo lo canjeo por dictar clases en la misma universidad. Pero en Chile hay otro tipo de hijos. De presidentes de partidos "progresistas", de ex presidentes de la república, también "progresistas" y además socialistas, de ex directores de empresas públicas, que se llenan la boca hablando de la injusticia, de la modernidad y la brecha que debemos superar para ser un país desarrollado, que no escatiman esfuerzos en usar las becas públicas para estudiar en el extranjero, volver al país más tarde y seguir consagrando la injusticia, ahora democrática. Porque desde la empresa privada o el gobierno, se aseguran los beneficios y granjerías del poder y las élites. Conozco a algunos y los sé talentosos. Pero también los sé con recursos para pagarse ellos mismos o sus familias. Por cada Bitar, Frei, Lagos, Navarrete, Espejo, Piñera o Errázuriz que accede a beca pública, hay un hijo de obrero que pagó su pre grado y no podrá tener acceso al postgrado en el extranjero. Dictadura de los apellidos. Injusticia de los progresistas. Verguenza de la hipocresía. Paren de gozar.
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