8.6.06

LA HORA DEL OLVIDO

Se decidió a recordarla cada tres horas. Dispuso que todos los relojes de su casa y los de su despacho, incluídos el de su malhumorada secretaria, el del hall de acceso y uno pequeño que permanecía olvidado y sin cuerda junto a la mesa de sesiones, estuviesen sincronizados entre sí. Sin olvidar el de su teléfono móvil y el del carro, a partir de entonces cada aparato debía formar parte de su plan de tránsito permanente, para que la exactitud del recuerdo se convirtiese en regla. Siempre ocultando sus verdaderos motivos, pidió a su madre, al conserje del edificio y a los guardias que le saludaban cada mañana al llegar a la empresa, que sincronizacen también sus relojes con el suyo, argumentando a veces que un tratamiento con medicamentos así lo requería o en otras simplemente aludiendo a intereses laborales. Como pudo, hizo notar al responsable de la mantención de los relojes públicos, que una inexactitud en su funcionamiento podría afectar de diversos modos a la gente, consiguiendo que se alineasen con la hora que marcaba el de su pulsera, los que estaban en las esquinas del tramo que cubría en el trote matinal. Cada tres horas, en el lugar que fuese, los fragmentos de las historias rotas, emergían con singular y notable apariencia de recuerdo. No antes, no después. Al mediar el minuto cincuenta y nueve de un nuevo período, su cuerpo parecía alcanzar un estado breve de trance hipnótico, que no lograba extenderse por más de diez o doce segundo, pero que culminaba con la sensación de nobleza, de quien se entrega al cumplimiento de un compromiso inmanente. A veces con dolor, otras con alegría, cada vez que volvía los ojos a un reloj y éste mostraba su puntero en la hora respectiva, sentía que en verdad la recordaba. No dejaba que el devenir propio de sus actividades diarias abrieran un espacio temporal y espontáneo para hacerlo, en tal caso le parecería impropio hablar de recuerdo. En efecto, se decía, uno puede hallarse recordando algo o a alguien en cualquier instante, pero sin opción deliberada por vincularse a cualquier dimensión o característica de quien se trae a la memoria, no existe el recuerdo. Lo demás son imágenes sin sentido, destellos de lo vivido, que se estiran como rayo solar intentando derrotar la niebla, anécdotas a lo más, que llegan hasta nosotros como maderos viejos arrastrados por las olas. Una tarde, tras cinco meses de ininterrumpido rigor recordatorio, poco antes de las dieciocho, hora en que se entregaría a su cuarto trance, sintió que los ojos de ella se esfumaban ingrávidos tras los cristales. Creyó verla sonreír diciendo: “¿No me crees verdad?”, al tiempo que de su pequeña boca se liberaba frágil un “te quiero” y sus pupilas se perdían definitivamente entre los rascacielos, frente a su despacho. Lo paralizó una sensación de derrota y sintió que tal vez traicionaba su memoria, al dudar de su amor confeso y palpable en los recuerdos que aquel mismo día, en sus sesiones de las nueve, doce y quince horas, habían sacudido la normalidad de su jornada. A la mañana siguiente, cuando el carillón de la catedral daba nueve campanadas, entregado como estaba a su ejercicio matinal, no logró recordar nada de ella.

Desde aquel día sincronizó los relojes para intentar olvidarla.

HJ

21 Comments:

At 3:51 p. m., Blogger una hippie del 70 said...

Paso a dejar un saludo...ya que hacía mucho no venía por tu casa. Aprovecho para felicitarte por tan hermosos escritos. Un abrazo-

 
At 7:50 p. m., Blogger Clarice Baricco said...

He llorado.


Besos con lágrimas azules.

 
At 10:30 a. m., Blogger Viv. said...

Por qué queremos ir contra la marea? Me gustó pasar.

 
At 1:09 p. m., Blogger Marga said...

Ummmm me encantó! traicionar relojes es más sencillo que traicionar memorias... aunque en tu relato no lo parezca... jeje

Saludosssssss, hector!

 
At 3:26 p. m., Blogger Vico said...

Cuando iba avanzando en la lectura del post, aumentaba una sensación de paranoia dentro de mí. Parecía que el reloj me iba corriendo...creo que lo escribiste tan bien que me sentí perseguida por el tiempo.

 
At 3:45 p. m., Blogger Andrea Brandes said...

Gran texto, inmenso texto Héctor!
("...qué puedo yo cantarte, Comandante, si el poeta eres Tú...")

 
At 3:50 p. m., Blogger Isabel Llanten said...

Lindas letras!

me recuerdan cuantas veces intente contar cuantas veces al día pensaba en él. Imposible, perdía la cuenta.

Sl2!

 
At 4:46 p. m., Blogger Siempre said...

Sincronizar relojes para recordar, recordar, ay, que puedo decir que no tenga que ver con recuerdos de esos que pasan dejan su estela, pero finalmente se van, el retorno deja de ser cotidiano y pasan a formar parte de lo que Benedetti describe como un olvido lleno de memoria.
Me gustó mucho.
Saludos

 
At 6:54 p. m., Blogger Pilar said...

Primera vez que leo en otro blog un post que tiene todo que ver con un post en mi blog. Claro que aquí está escrito con alma, yo sólo intenté ser didáctica, nose, algo así...

Un beso.-

 
At 10:31 p. m., Blogger BullHorse said...

...incluso te amé en las palabras.
Gracias.

 
At 1:07 a. m., Anonymous Anónimo said...

TRATAR DE RECORDAR ES EMPEZAR A OLVIDAR.
Hermoso Hector, mis relojes se sincronizan.
Gracias por tu comentario en mi blog. Gracias por impulsarme desde mi oscuro final.
Un beso.....Volveré

 
At 1:49 a. m., Blogger Unmasked (sin caretas) said...

Paso a saludar y decirte que para olvidar a alguien hacen falta mas uqe sincronizar relojes....

Lindo texto...y un beso

Petra

 
At 9:04 a. m., Blogger Elena said...

Un regalo... presentir... el tañido... de las campanas de la Catedral... y todo sabía a helado... hubiese pedido... Tiramisú... eh...
Cincronizados... extrañamente para no olvidar...

Un beso... Feliz!
¿Los conoces?.

 
At 9:41 a. m., Blogger UMA said...

Siempre que se intenta poner los relojes a punto para recordar u olvidar transformamos la lìnea de tiempo en sòlo recuerdo.
Su post me ha hecho ver que a veces manejo los relojes con torpeza, aunque no lleve uno en mi muñeca.

Preciosa forma, Hèctor, es un placer leerte.
Buen fin de semana para voa.

 
At 10:07 a. m., Blogger Marce said...

Leo, mi estimado, que no estamos "coincidiendo" mucho...primero fue su preferencia albi-celeste y mi fervor verde -amarelho...ahora su tema es el olvidar(al menos en el discurso del protagonista, no en su actuar) y el mío, el recordar...
Como sea, me parece un muy buen ejercicio para el aprendizaje del disentir.

 
At 2:43 p. m., Blogger Eugenia said...

"Lo demás son imágenes sin sentido, destellos de lo vivido, que se estiran como rayo solar intentando derrotar la niebla, anécdotas a lo más, que llegan hasta nosotros como maderos viejos arrastrados por las olas."

es una cruel (real) y excelente descripción del recuerdo obstinado. Tenés un don al elegir las palabras, tus frases cautivan.
Adoro tus relatos, sos un magnífico escritor.
Un beso

 
At 5:38 p. m., Anonymous Anónimo said...

relojes traidores que quieren manejar los recuerdos y los olvidos. Que se apeguen los relojes.Que los recuerdos y olvidos se mezclen en la onirica admosfera del incosnciente y llegue la memoria cósmica a nuestras manos¡¡¡¡

 
At 6:47 p. m., Blogger Ana said...

Héctor, me ha encantado lo que escribiste...buena idea la de saciarse de recuerdos para olvidar. Un beso.

 
At 3:42 p. m., Blogger Héctor Jorquera said...

Michelle, a mi pesar debo reconocer que nunca uso reloj, y que mi memoria laberíntica tiene tantos atajos...Hippie me da gusto re-verte re copada...Clarice, no sufrás más, quizás mañana nuestro llanto quee atrás (que pop!!), hay que hallarle la vuelta a la marea, el ahogo es inevitable, pero...; Marga, siempre será más sencillo...; Charruita querida!!! el tipo que trota todas las mañanas aún huye de su sombra paranoico, sin dudar;maestra Andrea, su halago si que me sonroja memoriosamente; Llantén y...que m´s cuentas, sobre el olvido de EL?; Siempre..., todo buen olvido está lleno de memoria, tb creo eso; Pilar, se puede ser didáctica con alma, vamos que se puede, se lo dice un profesor universitario; Cata!! estuve en Talca el finde y me acordé de ti, vas bien, te he leido; Guerrera, todas las batallas no son iguales, es desigual la que libramos contra el olvido..o la memoria; Petra, que mas hace falta? dos mil blogs?? te leo con atencion...;Elenita bocado no más, los nombres raros me dan cosa, tengo paladar plebeyo , suena lindo el campanario; Uma, se que puedes sonreir tb, te he visto tanta lagrimas, no se si necesarias, a ver que dices...; Marce, lo comun me reconforta, lo distinto me estimula; Ushi querida, para tus ojos escojo palabras como frutas para mi boca..., Ana saciado nunca, a lo más aliviado, abrazos desde el Sur para todas.

 
At 12:13 p. m., Blogger GISOFANIA said...

y, en sentido estricto, no existen ni el olvido ni la memoria.
qué vano es todo, cuán ilusos somos!

 
At 10:14 p. m., Blogger Paola said...

Que hermoso escrito Jorge....esta técnica de olvido creo que se llama preescripción de ordalía, en donde se le pide a la persona que replique la mayor cantidad aquello que lo aqueja, hasta que de por si desaparece...

Que lindo...Milton Erickson debe estar rebosante de alegría con este relato terapeutico.

Paola

 

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