LA SONRISA DE LAVIN ME PREOCUPA

Pa(r)afraseo a Don Nicanor Parra, quien escribiera en la década de los 80 :

nadie tiene derecho a sonreír en un mundo podrido como éste

salvo que tenga pacto con el Diablo

S.S. debiera llorar a mares

y mesarse los pelos que le quedan ante las cámaras de televisión

en vez de sonreír a diestra y siniestracomo si en Chile no ocurriera nada

¡Sospechoso señoras y señores!

S.S. debiera condenar al Dictador en vez de hacer la vista gorda

S.S. debiera preguntar x sus ovejas desaparecidas

S.S. debiera pensar un poquito

fue para eso que los Cardenales lo coronaron Rey de los Judíos

no para andar de farra con el lobo

que se ría de la Santa Madre si le parece

pero que no se burle de nosotros

La sonrisa de Lavín me preocupa aún más, después de leer adelantos del libro de Ignacio González Camus, “Joaquín Lavín, sonriendo por la vida”, en el que el autor evoca un conjunto de hechos que configuran la biografía del eterno candidato derechista. No está en mi ánimo inventar fantasmas ni resentir de quien legítimanente, como todo conciudadano, aspira a la primera magistratura nacional. Más bien, digo que esa sonrisa me preocupca porque hay fundamentos en esos hechos que el libro relata, para suponer que Lavín se cuenta entre aquel tercio de chilenos que, a todo evento, avalarían crímenes y robos, a condición de probar al mundo que tiene la razón en sus ortodoxias económicas y visión cristiana de la vida. No son sólo sus loas hasta última hora (1989) o tras la detención del dictador en Londres, sino los argumentos pueriles con que justifica el horror asimilando vidas perdidas con refrigeradores comprados, derechos vulnerados con telefonía disponible.