La amante Mapuche de Saramago
Teresa Licanleo es una mujer menuda y pequeña. Tiene una ligera discapacidad que afecta su caminar, pero que no le impide, montarse en una bicicleta que arrastra un carro cargado con perejiles, zanahorias y flores de todo tipo, que vende en la feria libre de Nueva Imperial. Poco antes de abordar la micro que le llevará de vuelta a Saltapura, el sector rural donde vive, Teresa acude a una cita inevitable, acaso lasciva y hasta obsesiva con el hombre que la enamoró a la distancia. Sus citas son siempre en el mismo sitio: la biblioteca pública de la ciudad. Su amor es lusitano, escribe de un modo que me cuesta seguir la hebra y como han dicho sus criticos "trabaja la palabra en el límite de su expresividad" . Una tarde Teresa y yo coincidomos en la ciudad. Traía entre sus manos "El año de la muerte de Ricardo Reis", libro en el cual, según ella, José Saramago "tiene la magia para llevarme del mismo campo, hasta las calles de una Lisboa carnavalesca o deprimida, tiene la locura para hacernos creer que Pessoa es una sombra que agita todas las sombras y siempre me deja una puerta abierta para elegir si reir o llorar con su escritura. El y yo nos amamos. El escribe para mí y yo me busco en sus letras..."
Aquella misma tarde, junto a Scott Rechler un gringo que cada semana acudía a enseñar inglés a los hijos de Teresa, le hicimos entrega de Todos Los Nombres , una novela breve que yo había terminado de leer recién. Ella la observó levemente y con algo de emoción nos dijo que por amor a ese hombre, ella había organizado por más de cuatro años un comité para hacer que la luz eléctrica llegara al fin hasta Saltapura. Y la luz llegó, para alegría de todos. Y ahora podré leer a Saramago también de noche, nos dijo Teresa con esa alegría pura de mujer sincerada por el viento del sur. (si hay alguien con libros para la teresa, me llama al 98625012, yo se los hago llegar)
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